Poco más de dos horas y media de viaje, con varios kilómetros enlentecidos por el ripio, y mucho paisaje desértico, son la antesala a una experiencia única. Porque al llegar a La Payunia, su inmensidad compuesta por más de 800 volcanes hace que nos olvidemos del cansador trayecto para sentirnos abrazados por la naturaleza en toda su plenitud.
Considerado uno de los parques volcánicos de mayor densidad y diversidad del planeta, La Payunia es un tesoro que guarda el departamento de Malargüe, en la provincia de Mendoza, que está propuesto como candidato a Patrimonio Mundial Natural ante la Unesco. La excursión es a través de agencia de turismo o, de hacerse en auto particular, con guía local.
La Pasarela, la puerta de entrada
Unos 43 kilómetros antes de ingresar a la Reserva Natural, se encuentra la primera parada obligada: La Pasarela. Allí, el Río Grande corre con furia entre medio de una grieta formada por el encuentro de las aguas con la lava que, miles de años atrás, bajó intempestivamente al erupcionar uno de los volcanes. Un puente de madera que pasa por encima, es el escenario desde donde podemos ver el color negro del agua, intensificado por las formaciones basálticas, que nos da una idea de lo que fue este fenómeno natural. Esta pasarela nos indica que estamos muy cerca de ingresar a la tierra de los volcanes.
Entre volcanes
La Payunia es la expresión pura de las distintas manifestaciones volcánicas que se dieron en eras anteriores y hoy forman un paisaje cubierto de materiales negros y rojizos. El camino se recorre con distintas paradas que incluyen el Museo de Cera y el Campo de Colores, en donde se pueden encontrar materiales fragmentados como cenizas, lapillis (pequeños fragmentos de lava arrojados durante la erupción) y bombas volcánicas.
Entre los 800 conos volcánicos, el más importante es el Payún Matrú, de 3.750 metros de altura y una caldera volcánica de 9 km de diámetro, producto de una fuerte explosión y su posterior colapso. Este hundimiento dio lugar, además, a una laguna semipermanente
Otro que se destaca es el Payún Liso, de 3.780 m, que contiene en su cráter un planchón de hielo en invierno y una lagunita en primavera. Su nombre se debe a que su cima se observa como una extensa planicie.
Algo más pequeño, el volcán Santa María también se lleva el asombro de los turistas al enterarse que fue el responsable de haber emitido una de las mayores coladas (mantos de lava fluida lanzada durante las erupciones) del área que alcanza 17 km de longitud. Esas coladas hoy se pueden ver en la zona denominada “Pampas Negras”, cubierta por un inmenso manto negro de material eyectado por el volcán.
Y, como frutilla del postre, luego de caminar varios metros y sortear la fuerza del viento, se llega literalmente al cráter del volcán Morado. Sus bordes perdieron filo y quedó abierto, como una gran depresión.
Todo el camino, además, está custodiado por una gran biodiversidad de flora y fauna, donde las tropillas de guanacos se llevan la atención de los turistas.
Conocer La Payunia es una excursión que lleva todo el día pero, sin dudas, vale la pena llegar hasta esta tierra de volcanes que nos invita a un viaje hacia períodos prehistóricos.