Viajes grupales, más que un itinerario

Hay muchas formas de viajar y, sin dudas, cada una nos dejará una experiencia diferente. Podemos hacerlo solos, en familia, con amigos pero de todas las posibilidades es el viaje grupal el que genera más desafíos. Porque se trata de compartir durante 7, 15 o más días durante las 24 horas con gente que quizás conoceremos por primera vez en el aeropuerto. Pero, asimismo, es muy gratificante el clima de camaradería y diversión que se comparte, tanto que muchas veces continúa tiempo después del viaje.

 

“El viaje grupal es para todos, no depende de la edad sino del momento que estés viviendo. Hay gente que no se anima a tomar un tren sola o prefiere conocer por primera vez un destino acompañada siempre por un guía, tener un recorrido armado, o busca integrarse a un grupo para conocer a otras personas” nos cuenta Viviana Canteros, agente de Ventas de Boomerang Viajes sucursal Buenos Aires quien regresó hace pocas semanas de recorrer Italia y Grecia junto a 38 pasajeros estudiantes de italiano.

Es muy importante la charla previa entre el pasajero y su agente de viajes para entender cuáles son sus expectativas. “Cuanto más conocés a la persona más podés sugerirle el viaje que desea”, dice Viviana. Una premisa fundamental para viajar en grupo es estar dispuestos a compartir, negociar y respetar las reglas de convivencia como, por ejemplo, estar a horario para la salida de la excursión. Así, sus principales ventajas son:

  • Vas acompañado todo el viaje por un representante de Boomerang Viajes encargado de coordinar, acompañar y asistir durante el viaje.
  • Es un grupo cerrado desde el inicio hasta el final.
  • Puede combinarse con unos días de viaje privado previo o posterior al viaje grupal.
  • Compartís y conocés otras historias de vida.
  • Se contrata un guía local en destino que habla español.

Algunos detalles a tener en cuenta:

  • En Europa no todos los hoteles son céntricos, porque por disposición que preserva el casco histórico un micro con grupos grandes de pasajeros no puede ingresar a la ciudad.
  • Quienes viajen solos, compartirán habitación con un compañero del mismo sexo a excepción que contraten habitación privada. Antes del viaje se realiza una reunión para que se conozcan y establezcan afinidad.
  • Los horarios de salida a las excursiones o a otra ciudad muchas veces son muy temprano.
  • Debemos estar dispuestos a continuar el viaje con todo el grupo.

Si bien no es lo que más abunda, el tiempo libre también está presente en un viaje grupal y cada pasajero podrá elegir qué hacer. Algunos irán de compras, otros a conocer un lugar fuera de itinerario y hay quienes querrán quedarse a descansar o disfrutar de las instalaciones del hotel. Incluso, si alguno no quisiera hacer alguna excursión eso también es posible “siempre respetando las reglas de convivencia y los horarios”, aclara Viviana porque “dentro de un grupo también hay que poder hacer lo que cada uno quiere”.

Unidos por Italia y Grecia

El 1º de mayo, los 38 alumnos de italiano partieron hacia Italia junto a su profesora Marta Massimino y la coordinación de Viviana Conteros. Más que un viaje para practicar el idioma, se puede decir que se trató de una oportunidad para conocer nuevas amistades y afianzar las ya existentes. Es que eso es lo que genera un viaje en grupo, sus integrantes nunca son los mismos cuando se van que al volver. «Resalto la hermosa amistad que hemos logrado por haber disfrutado tanto el viaje con sus coordinadores y guías. Es tan unido el grupo que luego de un mes nos reunimos a festejar nuestra amistad», cuenta Stella Maris Bevilacqua. El mismo sentimiento comparte María Esther Brola quien resalta que «el agradecimiento, en ocasiones, no puede expresarse en palabras por lo inmenso que es. En este caso por los amigos que encontré, cada uno puso su granito de arena para que este viaje tuviera el éxito que tuvo partiendo de la excelente organización a cargo en principio de la Prof. Massimino y plasmado por la calificada Agencia de Viajes Boomerang representada por Viviana Canteros. Con un GRACIAS de corazón dejo plasmado mi profundo agradecimiento».

Como en todo grupo, están los del plantel estable, los que van y vienen y los nuevos. “Más allá de que algunos ya se conocía, todos fueron con las mismas ganas de pasarla bien y se integraron sin problema”, afirma Viviana. Para ello, su presencia es clave ya que como coordinadora realiza un trabajo de unión en el que “lo lúdico siempre ayuda y también hablar con cada uno para saber cuál es su historia detrás y entender sus tiempos”. Stella Maris Scelato y su esposo Octavio Baldoncini  normalmente viajan solos, pero al compartir su vivencia no dudaron en expresar que «nos gustó la experiencia de viajar en grupo, de compartir cenas, cafés, visitas. Los guías y el chofer participaron también con nosotros a través de sus historias, canciones, de mostrarnos Italia con su mirada». Para Camila Bruno la experiencia fue doble: «Este fue mi primer viaje al extranjero y resultó maravilloso. Cubrió mis expectativas con creces. ¡Impecable! Me sentí segura, acompañada y muy feliz».

Matrimonios, mujeres que viajan solas porque a sus maridos no les gusta, personas separadas o viudas que se animan a viajar después de mucho tiempo, son las características de este grupo para el que, con un promedio de edad de 65 años, la tecnología no fue un problema, al contrario fue una aliada para acortar las distancias entre quienes estaban paseando por Europa y sus familias en Argentina. Lo primero que se escuchaba al ingresar a un nuevo hotel era el pedido de la clave de wi-fi y en cada destino decenas de fotos eran sacadas con sus tablets o celulares para después ser enviadas por whatsapp. «Para mí ha sido una experiencia maravillosa viajar en grupo especialmente por como ha sido el nuestro: alegre, unido, siempre de buen humor. Recorrer juntos esos lugares de una belleza incomparable y sentirme acompañada es lo mejor que me ha pasado”, asegura Marilú Russo.

Festejos de cumpleaños, celebración de aniversario de casados y mucha emoción fueron algunos de los condimentos de este viaje. Si bien tenía un itinerario previsto, algunos de los pasajeros tenían un objetivo personal que cumplir y decidieron desviarse por un momento para ir en busca de sus raíces, a conocer la tierra de sus padres o abuelos. Así, un día María Rosa resignó la excursión prevista y recorrió los 300 kilómetros que la llevaron hasta Recanati, el pueblo donde había nacido su padre y del que ella quería al menos “respirar el mismo aire”.

Por su parte, Leticia decidió compartir un taxi con el matrimonio de Rita y Ricardo que los llevaría a cada uno a la tierra de sus padres en diferentes pueblos de Calabria. Cuando Leticia llegó a la intendencia de Lungro a preguntar si había familia con su apellido, ante su asombro, la señora que la atendió tenía su mismo apellido y resultó ser la nieta de su tío, quien corrió a su casa y trajo dos fotografías, en una estaban los padres el día del casamiento y en la otra el padre, la madre, Leticia y sus hermanos en la puerta del zoológico de Buenos Aires. De esa foto solo habían pasado 70 años. Todavía con la emoción a flor de piel, siguieron viaje para cumplir el sueño de Rita, conocer el lugar donde nacieron sus abuelos, su padre y su hermano. Si bien no encontró muchos datos, su corazón se estremeció al entrar a la iglesia del pueblo y ver que estaba decorada con la bandera Argentina y la imagen de la Virgen de Luján. Es que la semana anterior, el 8 de mayo, había sido su fiesta patronal. Y eso, para Rita, “fue la señal más grande que tuvo”.

La verdadera esencia de un viaje grupal está en el compartir y eso fue lo que sucedió a cada momento. La emoción de quienes fueron en busca de su pasado se transmitió a todos los compañeros que esperaban ansiosos en el hotel para escuchar cada detalle de los relatos que sentían como propios. Se alegraban, se emocionaban, se reían sin importar que no conocieran a los protagonistas de esas historias, es que durante esos quince días fueron 38 personas unidas por mucho más que dos países. “Al final del viaje los que no se conocían se integraron perfectamente, todos sabían qué hacía el otro. Sentí un grupo muy solidario, que entre ellos mismos se cuidaban”, afirma Viviana. Y tanto es así que un mes después se volvieron a reunir con la misma euforia y alegría para recordar el viaje, contarse cómo andan y, por supuesto, programar el próximo destino porque los viajes grupales son mucho más que un itinerario de ciudades para fotografiar.